Para los profesionales de la salud que deciden emprender, la inversión monetaria que destinan al lugar de su consultorio puede ser un tema complejo y de múltiples aristas. Mientras que para algunos, rentar resulta más beneficioso, para otros, comprar un espacio puede ser una mejor opción a largo plazo.
Tan solo en la Ciudad de México, empresas de bienes raíces como Lamudi ofrecen consultorios en venta con precios desde los $750 mil (45 mil dólares), hasta los $18 millones de pesos (1 Millón de dólares). Mientras que las rentas de estos espacios, en la capital, se encuentran entre los $3 mil (180 dólares) y $50 mil (3 mil dólares) pesos mensuales, según cifras del mismo sitio.
En este blog, se explorarán las ventajas y desventajas de rentar o comprar un consultorio médico para que los interesados puedan tomar una decisión informada y sacarle el máximo provecho a su negocio de salud.
Cuando un profesional de la salud considera la posibilidad de rentar un consultorio, de manera indirecta también está valorando la flexibilidad que esto le permite, pues la renta ofrece la libertad de cambiar de ubicación en cualquier momento.
Los especialistas evitan una inversión muy grande al inicio, lo que les permite dirigir sus recursos hacia otros aspectos esenciales de la práctica médica para alcanzar un crecimiento mayor en el menor tiempo.
Como ya se mencionó, los consultorios en renta permiten que los profesionales de la salud puedan ajustar su ubicación según la demanda del mercado o sus preferencias personales. Esto facilita la adaptación a cambios en el entorno de los negocios de salud o la búsqueda de nuevos nichos de pacientes.
Con la renta, los gastos asociados con el mantenimiento del consultorio, impuestos y seguros a menudo recaen en el propietario, lo que proporciona un alivio financiero.
Rentar en un espacio en donde hay más consultorios médicos, permite establecer relaciones profesionales que pueden ser de mucha ayuda para crecer el negocio, pues se comparten experiencias y habilidades e incluso se abre la posibilidad de colaborar con promociones y brindar una atención médica más completa.
Como en cualquier contrato de alquiler, en el largo plazo los costos pueden acumulares y superar a los que se harían con la compra de un espacio. Por ello, los profesionales deben considerar cuidadosamente estos gastos frente a la flexibilidad que ofrece.
Hoy en día, la personalización de los consultorios de salud es muy importante, pues permite crear un estilo y ofrecer una experiencia única a los pacientes. Sin embargo, cuando se renta, existe poca libertad para diseñar los espacios y las decisiones finales son de los dueños del lugar.
Al no ser propietario, se renuncia a la acumulación de capital y al posible aumento del valor de la propiedad a lo largo del tiempo.
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Por otro lado, comprar un consultorio significa comprometerse con una inversión a largo plazo, pero también ofrece la posibilidad de construir un patrimonio y garantiza la libertad en la toma de decisiones sobre el inmueble.
Cualquier propiedad se vuelve parte del patrimonio y su valor aumenta con el tiempo. Esto se traduce en un activo valioso para el profesional.
Al ser propietario, el especialista tiene control total sobre la propiedad, lo que le permite personalizar el espacio según sus necesidades y preferencias para ofrecer una experiencia diferente a sus pacientes.
Si el consultorio adquirido es grande, se puede optar por rentar una parte a otros especialistas, lo que se traduce en un ingreso extra.
Aunque la inversión inicial es mayor, a largo plazo, los costos pueden ser más estables en comparación con la renta, ya que se evitan los aumentos en el precio por parte del arrendador.
La compra implica una inversión significativa al principio, por lo que el profesional de la salud puede enfrentarse a compromisos financieros más rigurosos.
La propiedad ancla al especialista a una ubicación específica, lo que puede limitar la adaptabilidad a cambios en la demanda del mercado.
Tener un consultorio propio implica que se le debe dar mantenimiento y pagar los servicios esenciales para su correcto funcionamiento. De igual manera, cualquier daño en el inmueble debe ser cubierto por el dueño.
A diferencia de rentar un espacio que ya tiene asistentes y administradores, cuando se compra un lugar, los costos operativos del consultorio deben cubrirse por el dueño.
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Como se puede ver, tanto la renta, como la compra de un consultorio ofrece ventajas y desventajas, por lo que depende de cada profesional evaluar qué es lo que más le conviene según su situación financiera y sus metas profesionales a corto, mediano y largo plazo.
Ahora bien, sin importar la elección entre rentar o comprar, actualmente, una adecuada gestión del consultorio exige que se trabaje con herramientas tecnológicas que permitan automatizar procesos y simplificar tareas.
Para ello, utilizar un software médico es la clave, pues la digitalización no solo ahorra espacio físico, crucial si se tiene un consultorio propio, sino que también agiliza la gestión de registros y mejora la accesibilidad de la información del paciente, algo fundamental cuando se renta un lugar por poco tiempo y el profesional debe trasladarse.